Llega el verano y en nuestra consulta de dietética nos preguntan por cuál puede ser una dieta adecuada para esta época de altas temperaturas.

Este calor hace conveniente modificar nuestros hábitos alimentarios pero es sencillo si seguimos unas directrices básicas para lograr una dieta sana y equilibrada, siguiendo los consejos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, lo primero es respetar una serie de precauciones en esta época estival:

1. Lavarse bien las manos antes y después de cocinar y comer.
2. Los alimentos crudos deben estar separados de los cocinados.
3. Los alimentos han de estar bien cocinados, para que no queden crudos, asegurándose de que sopas y guisos alcancen el punto de ebullición.
4. Los alimentos no deben descongelarse a temperatura ambiente.
5. Consumir al menos 2 litros de agua y el agua que se use para cocinar deberá ser potable.
6. Habrá que prestar especial atención al consumo de pescado crudo, congelándolo previamente durante al menos 72 horas a -20ºC.

Respecto a los alimentos más adecuados, son recomendables, principalmente, aquellos que aporten un contenido alto en agua y fibra, que mantengan a nuestro organismo hidratado, limpio y sano.

Retomamos la actividad en el blog con un artículo, que a muchas mamás y papás les resultará de interé, el ya conocido cólico del lactante.
Estos cólicos se identifican por crisis de llanto inconsolables e intensas que se producen normalmente por la tarde y van acompañadas de distensión abdominal, flexión de las piernas sobre el abdomen y enrojecimiento cutáneo en niños que por lo demás están sanos. Es un llanto que no está causado por un problema médico (ej.: hernia, infección) y es un proceso autolimitado (que desaparece entre el tercer y cuarto mes de vida).

Normalmente se inicia hacia la 3ª semana de vida del bebé, llegando a su máximo hacia la 6ª semana, momento en que se suele iniciar una mejoría paulatina, desapareciendo normalmente hacia la 12ª semana. Si después del 3º mes no han desaparecido los cólicos, es aconsejable considerar otro diagnóstico (ej.: reflujos).

Respecto a su diagnóstico, si la exploración es normal, no suele ser necesaria ninguna prueba diagnóstica, pues el diagnóstico viene dado por el llanto característico y excesivo.